Un respiro

Cuando veía que todo no podía ponerse más negro apareció una lucecita al final del túnel. Es algo muy manido y típico lo de la luz, lo sé. Pero es que en este caso lo he sentido y visto así. Además, en el fondo soy muy tópico, por raro que sea.
El lunes, día de mi cumpleaños, me dijo mi madre que esta semana iba a tener suerte. Que iba a ser mi semana. No le hice caso porque ella es muy optimista y yo suele ser muy cerril y negativo. Lo que es así es así.
Yo nada, me salió por una oreja tan rápido como me entró por la otra. Pero ayer algo cambió.

2 ángeles, o mis 2 tías, llegaron de viaje desde Mallorca. Y con la excusa de coger algo del coche nos engañaron y sacar unas 15 bolsas con un montón de comida para parar un tren. Nuestra situación estos meses ha sido precaria, lo que pasa es que no soy de llorar en público con lo mal que estoy. Lo dejo para mis adentros. Hemos estado 3 meses sin ingresar nada de dinero en casa, acumulando deudas y pidiendo 10 euros aquí 10 euros allá a mis familiares.
Por orgullo, ya que no puedo mantener mi casa desde hace unos meses, ayer lloré lo que no he llorado en un año. Nunca les agradeceré lo suficiente un gesto así sin pedir nada a cambio. Hay que cuidar a la familia, y entonces ellos en los malos momentos te ayudarán. Algo tan simple como mantener el contacto con la familia es un bien que no apreciamos lo suficiente. Y eso está pero que muy mal.

De esta forma ya puedo afrontar las Navidades con un peso en la espalda menos. Tal vez parezca una tontería pero yo lo necesitaba. Mucha carga emocional y poca fuerza era la que tenía.